Liderazgo y Estrategia en la complejidad

Por Eduardo Dalmasso.*

     “Las especies que sobreviven no son las más  fuertes ni las más inteligentes, sino aquellas que se adaptan mejor al cambio”. (Charles Darwin- El origen de las especies. Cap. V)

¿Qué se espera de un líder auténtico?

El   líder   debe estar compenetrado de su misión y de una actitud de servicio que   propenda al crecimiento de   sus   seguidores y al menos el respeto de todos los involucrados por sus decisiones, cuando no es así, podemos hablar de influencia, podemos hablar inclusive de capacidad de mando, pero no de   liderazgo virtuoso. No obstante, no se nos debiera escapar   qué   la capacidad de guiar en el camino del futuro,  es  lo que  distingue al buen líder del resto. Uno puede ser un eximio violinista, pero no tener la capacidad de motivar al conjunto de ejecutantes de una orquesta para poder llevarlos a una perfección continua   e “in crescendo”.  Esa capacidad:   surge   de un profundo conocimiento, experticia, capacidad de motivación, capacidad de resiliencia, recursos   y   de la pasión que pone el líder para alcanzar lo que se propone. De lo anterior se puede decir que un  diseñador  de estrategias, podría  no ser un buen líder, mientras que en el mundo de las organizaciones, sea en la conducción del Estado  o una empresa, todo buen líder es de hecho un muy buen estratega. Este factor que muchas veces en los innumerables escritos sobre liderazgo se suele ignorar, constituye el abc de la caracterización   de los modelos mentales apropiados para   arribar a las diferentes metas dentro de un mundo complejo.

“Nuestra creencia en la omnipotencia de la razón es otra forma de irracionalidad”

La estrategia debe ser entendida como el arte de “lidiar con la incertidumbre”, lo cual tiene mucho sentido, puesto que cada acción que emprendemos en la vida está acompañada de un cierto grado de azar.

Cuando planificamos asumiendo el futuro como algo cierto, estamos suponiendo que tenemos control sobre todas y cada una de las variables que lo afectan, lo que es completamente irracional y utópico. Al aceptar e incorporar la incertidumbre en las decisiones que tomamos y en los planes que diseñamos, estamos menos expuestos a las consecuencias negativas que el azar le añade al futuro. Es cierto que no podemos eliminar en un 100% la incertidumbre, pero por lo menos seremos capaces de prever mejores escenarios posibles y establecer estrategias alternas para cada uno. ¡No es pesimismo radical ni optimismo ingenuo, es realismo!

Esta incorporación de la incertidumbre en la toma de decisiones, demanda modelos mentales flexibles y propicios para el pensamiento lateral, para poder “navegar” en las olas de lo incierto y llegar al destino final sin naufragar en el intento.

El Líder debe, por lo tanto, tener inteligencia estratégica, entendida ésta, como la capacidad que desarrolla para evaluar dentro de un proceso de aprendizaje y  desaprender   continuo, las variables críticas y la previsión de escenarios móviles, con el objetivo de reducir  el grado de incertidumbre.

Dicho de otro modo:   La estrategia se efectiviza a partir del dominio del campo, sobre los recursos a contar, perspectiva clara de los desafíos a enfrentar , la necesaria actitud inquisitiva, la claridad de la visión en la que se respalda, y el ejercicio del liderazgo, dado que sin liderazgo la estrategia se transforma en un concepto vacío.                                                                               La capacidad de liderar, es lo que permite alinear y entusiasmar al conjunto de sus seguidores, quienes harán suya la visión y la enriquecerán. Dentro de ese proceso, por la propia dinámica y complejidad de la realidad, la identificación de los colaboradores capaces y con un pensamiento crítico puesto a disposición del líder se torna fundamental.

Lo interesante es darnos cuenta que al ser diferente un líder de otro, en realidad lo que define los cursos de acción es el estratega y no la estrategia, ya que esta depende de   la   visión y características para la acción de quien la define. F:( modelos mentales, ejercicio de la inteligencia, ideología, cultura)

El liderazgo se nutre de aprender a pensar estratégicamente,

De nuevo: Pensar estratégicamente significa aprender a “leer” el mundo en el que nos insertamos, aceptar que no existe tal cosa como la certidumbre absoluta de un hecho futuro y que de por sí, todos los planes que realizamos basándonos en supuestos, están cargados de nuestra forma de mirar el mundo.  Vale decir, de nuestros modelos mentales e ideología.

Aceptar esta realidad   e incorporarla en nuestras decisiones, aprendiendo a poner en cuestión aquello que creemos cierto, nos dará una visión más real del mundo y nos permitirá establecer escenarios más probables gracias también a la capacidad de activar, recoger y discernir sobre los aportes de nuestros colaboradores.

Esta   actitud, que hace a la búsqueda del error, nos permite ser nuestro propio crítico   y nos aleja de la posibilidad de confiarnos en haber alcanzado el éxito siempre precario.  Permite, bucear   más allá de la información que poseemos y esto nos posibilita evitar el equivocarnos o controlar riesgos. Cuestionarnos es lo que nos posibilita movernos del camino del fracaso al camino correcto. Cuando se trata del Estado, la diversidad de intereses contrapuestos y los posibles conflictos a emerger tornan fundamental su conocimiento para prever reacciones   y   evaluar prioridades para definir  caminos   en pro de un objetivo superador.

 

  • Dr. En Ciencia Política. Editor del Blog Miradas Políticas y otros enfoques.    

Fuente: https://diarioalfil.com.ar/contenido/3199/liderazgo-y-estrategia-en-la-complejidad