Hay la creencia de que los negocios empiezan con una buena idea: falso. Muchas ideas maravillosas se convierten en proyectos fallidos.
Abrir un nuevo negocio debiera ser simple. Lo cierto es que nos encontramos con múltiples complicaciones en el camino. También es cierto que muchas veces, las dificultades nos las ponemos nosotros mismos. Nos tropezamos con nuestros propios titubeos. Dudamos de nuestras capacidades, del instinto, dejamos de ver lo evidente y procrastinamos. Para que abrir un negocio sea simple hay que trazar la ruta y entender lo que significa empezar con el pie derecho. Es requisito indispensable aprender a tener una buena relación con la incertidumbre y el riesgo
ser simple. Los negocios empiezan cuando alguien es capaz de identificar una necesidad en el mercado y puede satisfacerla. La diferencia entre los proyectos de emprendimiento que inician con una buena idea y los que arrancan de una necesidad es que los primeros tienen una tasa muy alta de fracaso, mientras que los segundos tienen mejores posibilidades de triunfar.
Las necesidades del mercado son oportunidades que están ahí esperando para ser satisfechas, más allá de las circunstancias que los rodean. La clave está en considerar cómo opera el mercado. La oportunidad opera con base en el principio de que los clientes están dispuestos a gastar y, aunque hay competencia, también hay un público que está dispuesto a recibir el valor agregado que ofreces. Por supuesto, esta visión no está al alcance de todos, los innovadores más exitosos no se benefician de un mercado existente: sus soluciones revolucionarias, no siguen el camino marcado por otros.
La creación de un nuevo negocio es así simple o complejo, según se aprecie. Hay pasos que facilitan el proceso:
1. Detectar una necesidad que no está atendida.
2. Ofrecer una forma de satisfacerla.
3. Ser el eslabón que los clientes buscan.
4. Dar una nueva alternativa/categoría/producto.
A mí me admiran mucho los ejemplos de visionarios que tienen la agudeza para conectar estos puntos y dar a sus clientes soluciones viables. La mayoría de las veces, la conexión de estos datos no es tan obvia ni evidente. En ocasiones, estos puntos de encuentro nos pueden parecer muy lejanos y si lo vemos bien, es posible conectarlos. Mientras más natural sea la conexión, será mejor.
Una forma de visualizarlo es con modelos concretos. Por ejemplo, datos que parecen divergentes pueden resultar en un gran negocio: los altos niveles de obesidad —según la Organización Mundial de la Salud, México es el país con los niveles de obesidad más altos del mundo—, la cantidad de mexicanos diabéticos —La Federación Internacional de Diabetes (FID) estimó que hay alrededor de 26 mil 578 niños de 0 a 19 años con diabetes tipo 1 en México, mientras que 4 millones 949 mil adultos en el país tienen diabetes sin diagnosticar— y el consumo de refrescos en México que según la Universidad de Yale, ocupamos el primer lugar.
La diabetes y el consumo de refrescos nos da una forma de unir estos puntos y dar una solución innovadora al mercado mexicano. Por eso, el consumo de agua embotellada en México es el más alto del mundo.
Otro ejemplo: podemos mirar la pirámide de edad poblacional. Nos damos cuenta de que el mundo está envejeciendo. Los adultos mayores son un mercado maravilloso porque son personas que tienen tiempo libre y dinero disponible. Es un mercado casi virgen porque también el prejuicio que se da por el edadismo los tiene muy desatendidos.
La mirada de innovación busca un enfoque que mire fuera de la caja. Es cierto: las bebidas azucaradas son un riesgo para la salud. Las estimaciones más actuales le atribuyen a su consumo el 7% de las muertes en adultos mexicanos.Estos datos le abrieron la oportunidad de enfrentar al mercado desde otra perspectiva. Los servicios para adultos mayores son cada vez más demandado, por eso este segmento está creciendo a velocidades vertiginosas. Tiene incrementos en ventas de doble dígito. Aunque puede parecer sorprendente, no lo es tanto.
Para que abrir un negocio sea simple hay que empezar con el pie derecho. Se trata de detectar el punto de inflexión de las preferencias del consumidor y estar ahí para ofrecerle lo que necesita. Evidentemente, no es magia. Hace falta entender el mercado e interpretar los datos que están a disposición. El éxito deviene de reconocer lo que la gente necesita y darle al mercado una alternativa viable. El consumidor no es tonto y al momento de elegir, optará por lo que no le sea más conveniente.
Abrir un negocio es simple si nos constituimos como una opción inteligente más que tener buen tino;más que con una buena idea. Se trata de atacar una necesidad real e imperativa. Es así de simple, los negocios empiezan cuando alguien es capaz de identificar una necesidad en el mercado y puede satisfacerla. De esta manera, la relación con el riesgo y la incertidumbre se vuelve mucho más amigable. Se reduce.
El sueño del que emprende es que los clientes lleguen a tocar a sus puertas. Eso se logra cuando tenemos la capacidad de poner atención y ver qué es lo que el consumidor está pidiendo. Claro, no siempre es tan explícito. Aunque no es tan difícil. Piensa en qué es aquello que no te gusta hacer y que quisieras delegar en alguien más y por lo que estarías dispuesto a pagar. Puede ser algo sumamente complejo o algo verdaderamente sencillo. Imagina una forma de concretarlo. Asume, desde la perspectiva de un cliente, dónde y cómo te gustaría encontrarlo. Opera la alternativa. No es tan complicado, ¿verdad?
El problema es que muchos emprendedores se entusiasman tanto con su proyecto, se enamoran tanto de su idea que ni siquiera recorren estos pasos tan simples. Dan un brinco que se convierte en salto mortal y omiten lo esencial. Para encontrar el impulso hay que empezar por el número uno. Abrir un nuevo negocio es así de simple. No hay que complicarnos tanto tratando de apresurar lo que merece el tiempo para dar pasos firmes.
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Fuente: https://www.forbes.com.mx/abrir-un-nuevo-negocio-asi-de-simple/